El increíble hombre-masa

Los cambios en la sociedad siempre han ido acompañado de cambios en el tipo de individuo. Ortega y Gasset entiende que esta sociedad de masas nuestra parió al hombre-masa. No tiene nada que ver con las aglomeraciones urbanas ni el aumento de población, es cambio cualitativo, no solo cuantitativo. Una “minoría” se forma cuando pocos individuos coinciden en una aspiración o ideal, que cada uno buscó por su cuenta. Las minorías están hechas de individuos que se exigen, que “se hacen daño” (Nietzsche). La masa está hecha de hombres iguales a todos los demás y a quienes no angustia su homogeneidad. Esta falta de angustia, de mala conciencia y turbación, la empuja a usurpar funciones de la minoría -política, social, marcadora de tendencias- sin dejar de ser masa.
El hombre-masa es un hombre del montón, de los que ha existido siempre, pero que quiere formar parte de una élite dirigente conservando sus rasgos vulgares. No atiende a quien debe saber más que él, no escucha a nadie; y se pirra por la “acción directa”, como las ideologías de masas -fascismo y bolchevismo- llaman al uso de la violencia con fines políticos. Según Ortega, el hombre-masa carece de pasado, de tradición. Pero vemos cómo inventa tradiciones nuevas con cascotes de la antigua y se subsume en ellas para ser más masa y menos hombre. El científico moderno es ejemplo de hombre-masa porque solo conoce su especialidad. Ese conocer lo hace impermeable en otras áreas, de las que nada sabe, al consejo de los pertinentes especialistas: es dos veces ignorante.
El elitismo de Ortega puede ser insoportable si olvidamos que su hombre-masa es masa por pereza, por voluntaria dejadez: rechazo a buscar la verdad o a reconocer que la verdad le queda demasiado lejos y que ha de fiarse de expertos. En ese sentido es una llamada al hombre corriente a que aspire a ser algo más que masa, a que “se haga daño” y se convierta en alguien digno de dirigir.

EUROPA, MÁS ALLÁ DE LAS MASAS

El siglo XIX creó una civilización que beneficiaba a las masas. En el XX estas masas dan tal sociedad por descontada, no la cuidan: fascistas y bolcheviques se saltan las normas de la civilización y recaen en la barbarie. La civilización europea que conoce Ortega ha avanzado más que los propios europeos, incapaces de asumir los principios de aquella y defenderlos. Por eso lo primero que debe hacer el individuo que quiera elevarse sobre la masa es asumir la historia. El totalitarismo se presenta como un nuevo comienzo pero no puede serlo aquello que niega el pasado. Hannah Arendt, otra filósofa liberal, nos recuerda que para los totalitarios, todo lo nuevo es posible...

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